Siempre he sido de las personas que creen que la necesidad despierta el ingenio y que en momentos de crisis nacen las mejores oportunidades de negocios. No es secreto para nadie que Venezuela atraviesa la peor crisis económica, política y social de su historia. La escasez de materias primas, altos niveles de ausentismo laboral y falta de opciones de fabricación nacional son sólo algunas de las dificultades que debe atravesar el empresario venezolano día a día. Pero aún así, el sol vuelve a salir, y “hay que abrir la santa maría”… aquí es cuando vemos en su máxima expresión una de las mejores cosas que sabe hacer un venezolano, IMPROVISAR. Como siempre hemos sido un país que lo ha tenido todo, nunca hubo verdadera necesidad de inventarse que hacer para que los productos salieran al anaquel.
Se estarán preguntando. ¿Y qué tiene que ver la economía circular con todo esto?, pues resulta que gracias a esa verdadera necesidad se han abierto nichos de mercado que habían sido ignorados o poco aprovechados hasta este momento. El principio de la económica circular es utilizar como materia prima el desecho de otro para la fabricación de un nuevo producto y este nuevo producto comercializarlo. Estarán pensando, pero el reciclaje no es un concepto nuevo y yo les diría que es verdad que no lo es, pero les pregunto ¿Cuándo el reciclaje había sido un verdadero negocio en Venezuela? Un ejemplo claro. No hay pulpa para hacer papel ni cartón, distintas empresas recurrieron a la pulpa de papel reciclado. Éste material es mucho más burdo, opaco y no es tan amigable para las tintas. ¿Qué pasó? Se optó por esta opción, un ejemplo es Kellogg’s quienes sacaron nueva caja diciendo “nuevo empaque ecológico, de producción 100% venezolana” y ¡BINGO! A nadie le importó que la caja fuese prácticamente toda marrón, opaca, y áspera. El cereal estuvo disponible y salió del anaquel al plato de algún venezolano. Se resolvió el problema de la caja, se activó la industria de reciclado de papel, no se dependió de pulpa importada, no hubo necesidad de pedir divisas, se aumentó la reputación de la empresa como una con conciencia ecológica y si seguimos enumerando podemos estar aquí un buen rato.
Ahora viendo lo anterior desde el lente de la Responsabilidad Social Empresarial, casos como estos son la perfecta oportunidad para enaltecer la producción nacional, contribuir con la reducción de desechos, promover la educación ecológica a todo nivel, oportunidad de nuevos negocios que se encarguen de la transformación de distintos desechos para muchos fines y nos estaremos acercando a cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sostenible y la agenda 2030.
Ejemplos que podamos tropicalizar o venezolanizar hay miles. Nike fabrica nuevos modelos de zapatos deportivos ecológicos, la tela e hilos provienen de bolsas plásticas y botellas de plástico pet reciclado. En Europa sustituyen asfalto por conglomerado de plástico para las calles proveniente de tapas y botellas. Timberland compra láminas de caucho para usar en las suelas de sus zapatos provenientes de llantas recicladas. Dell recupera piezas y equipos obsoletos para refundir su plástico y usarlos en equipos nuevos. En Chile, una empresa de bombas hidráulicas fabrica sus productos con 70% de material reciclado. Zara saca una colección de prendas hecha con telas y fibras recicladas. En fin, modelos por el cual guiarnos hay suficientes, lo que debemos es encontrar la motivación para alinearlo con nuestra realidad, necesidad y situación.
La respuesta está aquí, justo debajo de nuestras narices. Optimizar el reciclaje y usarlo a gran escala, podría ser la respuesta de materia prima de muchas empresas venezolanas y la oportunidad de emprender en un nicho de mercado nuevo para otras. Sé que no estamos acostumbrados a este tipo de reto pero el reto está aquí, hay que tomar el control de la situación, hay que despertar el ingenio.
Mariana García-Paz
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